Emilio Pérez Piñero nace en Valencia, el 27 de Agosto de 1935. A los tres meses se traslada a vivir a Calasparra con su familia, por ello lo consideramos calasparreño. Su madre se llamaba Dolores Piñero Martínez y su padre, Antonio Pérez Ruiz, que era ingeniero.
Estalla la Guerra Civil Española y su padre, militar republicano, es destinado en el frente por diversos lugares de España. Cuando termina la contienda, permanece en la cárcel y la familia se reúne cuando Emilio cumple 8 años. Estos años transcurridos son difíciles y largos, de recuerdo infeliz para el arquitecto.
A los 8 años, Emilio no conocía las letras ni los números. Sólo se dedicaba a estar en casa y corretear por las callejuelas de su barrio, San Pedro, entre las casas de sus abuelos paternos y maternos, bajo el cuidado de su hermano mayor, José María.
Nos lo imaginamos como un niño introvertido, delgado, que se dedicaba en las habitaciones de su gran casa a entretenerse con los juguetes que él mismo se construía. También le gustaba pintar, influenciado por su tío Pedro, del que copiaba algunos cuadros, y tallar la madera, como demuestra la talla de un Cristo de gran tamaño que le hizo a su madre.
Su padre, al regresar a casa, se encarga de la educación de sus hijos, junto a D. Ricardo López, maestro calasparreño.
Ingresa en el Instituto Cervantes de Caravaca, y es alumno de D. Vicente Pla Guerrero conocido maestro de este instituto. Al principio era mal estudiante, pues no le interesaban los conocimientos que allí se impartían. Esta característica ya nos señala a Emilio como un genio que no se adaptaba a las enseñanzas regladas y con problemas de aprendizaje, tal vez debido a su alto coeficiente intelectual y a su manera de ver la realidad. Era un niño creativo que no conseguía dar rienda suelta a sus impulsos artísticos.
Plaza de la Corredera 1940 (Archivo Municipal de Calasparra-Piroña)
Le gustaba bañarse en el Río Segura y en las balsas que había por esta época en el paraje llamado “La Daya”. En la imagen inferior lo vemos con un grupo de amigos en la playa del Río a su paso por el Santuario de la Virgen de la Esperanza. Es el niño que se encuentra en el centro de la foto, detrás del niño que está girado.
Estudia en casa los 4 primeros cursos de Bachillerato y en el último estudia interno en el Instituto Cervantes de Caravaca, cambia su actitud ante los estudios, obteniendo Matrículas de honor en casi todas las asignaturas, incluso en griego aún gustándole mas las ciencias. Aprueba el Examen de Estado, equivalente al final del actual Bachillerato, con la calificación de Premio Extraordinario.
Quería ser marino mercante pero su padre no lo dejaba. Dada su facilidad para el dibujo y la pintura, como lo verifican los numerosos dibujos y autorretratos que posee la familia, piensa en realizar Bellas Artes. Todo esto hacía que apreciase especialmente la obra de Durero, pintor, grabador y constructor de relojes solares.
Finalmente, su padre lo convence para estudiar Arquitectura, carrera en la que podrá desarrollar sus habilidades artísticas junto a su facilidad para concebir y plasmar, posteriormente, la concepción espacial. Así conseguirá aunar sus dos pasiones, la pintura y la construcción espacial.
No olvidemos que la Arquitectura, como todas las artes, se desarrolla estimulada por imágenes que provocan una fuerte producción creativa, es decir, son “ideas-fuerza”.
Este afán de Emilio por construir sus ideas, todo aquello que pasaba por su imaginación, hace que podamos compararlo con otros genios brillantes que daban rienda suelta a su creatividad con la construcción de pequeños modelos. Algunos arquitectos como él, que son considerados artistas multidisciplinares que expresaron su genio a través de la pintura, escultura y arquitectura, son:
Autorretrato 1953 (Fundación Pérez Piñero)
Enhorabuena por la página, un trabajo excelente para conocer la obra de este paisano
También para trabajarla en los centros escolares y así sigamos conociendo nuestras gentes e historia.